Si

Rudyard Kipling (1865-1936) fue un poeta y narrador inglés, considerando como uno de los más grandes cuentistas de la lengua inglesa. Sus constantes viajes a la India, Japón y los Estados Unidos de América influyeron en la realización de su obra, caracterizada por ser escrita en un lenguaje directo y vigoroso que recuerda la jerga militar, así como un estilo rápido y escueto, en donde Kipling reveló un agudo espíritu de observación, capacidad inventiva y una habilidad especial en la descripción de tipos característicos de oficiales y muchachos inspirados en la realidad inmediata.

Invenciones varias (1893), El libro de la selva (1894), El segundo libro de la selva (1895), Capitanes intrépidos (1897), Historias para niños (1902), Recompensas y hadas (1910) son obras destacadas del escritor, pero sin duda, su obra maestra es Kim (1901), en la que a través de las aventuras de un muchacho ofrece un cuadro clásico de los aspectos más pintorescos de la India. Todo eso contribuyó a que en 1907 llegase a obtener el Premio Nobel de Literatura y en 1926 la medalla de oro de la Royal Society of Literature.

Así como la producción poética de nuestro autor ha perdido gran parte de su interés debido a su carácter excesivamente declamatorio y circunstancial, en sus textos narrativos, en cambio, se da todavía, como dice Henry James, «la magia irresistible de los soles tórridos, de los imperios sometidos, de las religiones salvajes y de las guarniciones inquietas».

El siguiente poema del propio Kipling, mostrado en su original y su traducción, invita a la reflexión continua del ser propio, en donde se debe siempre tener la conciencia y el entusiasmo por el porvenir que ha de ser siempre positivo.

If

If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you;
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or being lied about, don’t deal in lies,
Or being hated, don’t give way to hating,
And yet don’t look too good, nor talk too wise:

If you can dream — and not make dreams your master;
If you can think — and not make thoughts your aim;
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two imposters just the same;
If you can bear to hear the truth you’ve spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build ‘em up with worn-out tools;

If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breathe a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: «Hold on!»

If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with kings — nor lose the common touch,
If neither foes nor loving friends can hurt you,
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds’ worth of distance run —
Yours is the Earth and everything that’s in it,
And — which is more — you’ll be a Man, my son!


Si

Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor
todos la pierden y te echan la culpa;
si puedes confiar en ti mismo cuando los demás dudan de ti,
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras,
o siendo odiado no dar cabida al odio,
y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduria…

Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso (desastre)
y tratar a estos dos impostores de la misma manera;
si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho:
tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios,
o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas…

Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta,
y perder, y comenzar de nuevo por el principio
y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida;
y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos
a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza,
excepto La Voluntad que les dice «¡Continuad!».

Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud
o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser;
si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.

kipling_Rudyard

Imagen destacada: «Mountain Retreat» (1984) de Bob Ross

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