Enrique González Martínez (1871-1952) nacido en Guadalajara, México, fue un gran poeta influido por el simbolismo francés, lo que condujo a ser el máximo exponente del movimiento modernista mexicano. Su obra poética se resume en las siguientes publicaciones: «Preludios»(1903), «Lirismos»(1907), «Silenter»(1909), «Los senderos ocultos»(1911) y «La muerte del cisne» (1915).
La poesía de Enrique refleja una atrevimiento formal en cada expresión, sin alejarse de aspectos básicos en la poesía como lo son la música, el sonido y la melodía; juzga a cada persona con una constante preocupación tanto por las dotes morales como las intelectuales, adentrándose en los sentimientos humanos como el romanticismo, el misticismo y la tristeza del alma.
El siguiente es un poema que refleja perfectamente el romanticismo de su alma, mostrado sus dotes estilísticos con excepcional formalidad.
Vienes a mí
Vienes a mí, te acercas y te anuncias
con tan leve rumor, que mi reposo
no turbas, y es un canto milagroso
cada una de las frases que pronuncias.
Vienes a mí, no tiemblas, no vacilas,
y hay al mirarnos atracción tan fuerte,
que lo olvidamos todo, vida y muerte,
suspensos en la luz de tus pupilas.
Y mi vida penetras y te siento
tan cerca de mi propio pensamiento
y hay en la posesión tan honda calma,
que interrogo al misterio en que me abismo
si somos dos reflejos de un ser mismo,
la doble encarnación de una sola alma.
Enrique González Martínez
«Spring»(1873) de Pierre Auguste Cot